Existe un método hipnótico que prescinde de drogas y el cual
sirve para hipnotizar a las personas sin que estas se percaten de ello. Para
esto se emplean dos o tres hipnotistas que preguntan de manera intermitente, de
tal forma que no dejan que la víctima termine de responder ninguna interrogante,
haciéndole trabajar ambos hemisferios cerebrales, intempestivamente otro
hipnotista oculto inflige a la víctima un empuje por detrás para provocarle un impacto
mental, y la víctima se desmaya, quedando en trance hipnótico. Finalmente, los
hipnotizadores despiertan a la víctima, la cual no recuerda qué pasó, ni se
entera del lapso hipnótico al que fue sujeta. Esto que describo lo he
descubierto tal como me lo advirtieron otras personas, todavía no he estudiado
hipnosis, solamente estoy informado.
Es indignante la cantidad de gente que utiliza secretamente la
técnica hipnótica. En cierta ocasión descubrí que un matrimonio de adultos
mayores, quienes tienen una tienda de abarrotes, me estaban aplicando el método hipnótico antes mencionado, pero como eran personas de mi confianza negué tal
situación y pensé: no, no es posible que ellos estén tratando de hipnotizarme,
es absurdo, esto es paranoia, es pura casualidad que me pregunten casi al mismo
tiempo; y confié, rompiendo la regla de oro que reza: Nada es por
casualidad sino por causalidad.
Sólo alcancé a ver una sombra que irrumpía en la tienda; no supe
cuánto tiempo pasó antes que me despertaran caminando hacia el exterior del
establecimiento, con un joven drogadicto, homosexual no declarado, detrás de
mí. Me detuve al salir del lugar y permanecí de pie, el joven se sentó delante
de mí viéndome la bragueta y preguntándome dónde quedaba la nación de Israel,
yo le contestaba que en Asia pero él lo negaba riéndose y viéndome la bragueta
insistentemente, haciéndome una y otra vez la misma pregunta. Lo dejé hablando
solo y me retiré del lugar.
Respecto al suceso, nada dije ni reclamé a nadie, ni pregunté al
matrimonio, habría sido inútil, no habría obtenido ninguna declaración
concerniente al caso. No obstante, pasados unos meses, el mismo señor
hipnotista en una plática amena comentó que hacía muchos años él había
estudiado un curso de hipnosis por correspondencia y sabía hipnotizar, mencionó
que practicó con sus familiares para aprender la técnica. En sentido figurado,
con la confesión, ese señor se mordió la lengua hasta desangrar. Fue entonces
que le referí la sesión hipnótica a la que me sometió con la ayuda de la esposa
y el joven mencionado, pero desconcertado guardó silencio, él no imaginaba que
me había dado cuenta cuando me hipnotizaron sin consentimiento.
La terapia hipnótica realizada por psiquiatras es saludable,
recomendable y la única solución en pacientes que de verdad la requieren, como
aquellos que sufren traumas, lo malo es que la técnica ha sido puesta al
alcance de charlatanes, fascistas y demás gente perversa y cobarde.
Pasados unos días de aquel incidente con el anciano hipnotizador,
y después de presentar un examen psicométrico para concursar por una vacante de
supervisor en el Instituto Nacional Electoral (INE), me presenté a la
correspondiente entrevista de trabajo. Por cierto, hubo gente que se presentó
al examen psicométrico sin identificación y, contraviniendo las reglas, se le
permitió concursar, ¿a nombre de quién?
Las entrevistas de empleo las realizaron en cuatro oficinas, pero
sólo en una de ellas, en la más apartada, estaba afuera como anfitrión un
técnico del instituto; adentro se encontraban dos empleadas entrevistadoras.
Mientras esperaba mi turno para la entrevista en la oficina que contaba con
anfitrión, pude observar que este técnico ingresó a la oficina en el momento en
que recibió un mensaje telefónico, salió casi de inmediato. Minutos más tarde,
la mujer que me precedió a la entrevista salió muy nerviosa, conmocionada.
Posteriormente, tanto la mujer como yo fuimos contratados como
capacitadores/asistentes electorales, y al platicar con ella sobre este asunto
extraño de las entrevistas, dijo que había salido espantada de la oficina y que
nada más atinó a dejar en la urna el papel que le dieron para manifestar alguna
queja o sugerencia respecto a la entrevista. Ella nunca vio al técnico ingresar
a la oficina, y fue seguramente él, quien por detrás, de manera oculta, con un
susto puso en trance hipnótico a la concursante. Igual hicieron conmigo, sólo
que yo de inmediato descubrí que las entrevistadoras me estaban aplicando la
técnica hipnótica, incluso vi cuando una entrevistadora tomaba su celular para
enviar el mensaje telefónico, pero como el aspirante al empleo era yo, no me
iba a poner rejego. Esto a pesar de saber que aplicar la hipnosis con o sin
consentimiento conculca Derechos Humanos, ni siquiera a un asesino sanguinario como
La Tuta debe sometérsele a esta técnica para obtener una confesión que se
utilice en su contra1, cuantimenos a un inofensivo y cándido
ciudadano aspirante de empleo como yo.
Y pensar que el primer delegado del INE en Sonora tuvo que
renunciar al recibir su cargo en noviembre pasado por ser indiciado en un proceso
legal en Estados Unidos, por transportar drogas. ¿A él no le aplicaron la
técnica hipnótica ni el polígrafo antes de contratarlo? Ahí está patente la
hipocresía de la mafiocracia.
El gobierno federal debería alertar a la sociedad sobre este
pernicioso problema, ¿por qué motivo lo mantiene oculto?
La gente buena también debe conocer la técnica hipnótica para
estar alerta y no ser víctima de personas inmorales ni de profesionistas faltos
de ética. Una hipnosis mal aplicada puede causar daño psíquico irreversible2.
Manifiesto todo lo anterior de acuerdo a mi leal saber y entender.
Termino esta anécdota con la trillada frase: debería
legislarse al respecto.
1 Derecho Internacional de los
Derechos Humanos.
Administración de Justicia y
Derechos Humanos.
Conjunto de principios para
la protección de todas las personas sometidas a cualquier forma de detención o
prisión.
Principio 21.
1. Estará prohibido abusar de una persona detenida o presa para
obligarla a declarar contra sí misma o contra cualquier otra persona.
2. Ninguna persona detenida será sometida, durante su interrogatorio,
a violencia, amenazas o cualquier otro método
de interrogación que menoscabe su capacidad de decisión o su juicio.